martes, 26 de mayo de 2015

mal...o bien...



LA COMPLACENCIA EN EL MAL
Hablar del mal es algo común y todos podemos aportar muchas razones e ideas. No viene mal una más.
 Primero habría que identificar el mal, si es religioso, moral o físico. El que más importa es el social, aun cuando el mal social tenga implicaciones religiosas y morales, o a la inversa. El mal social es el que atenta contra la sociedad. Y la sociedad no es siempre la sociedad fija de todos los tiempos. No es lo mismo la sociedad de la Triple A que la sociedad de San Francisco que la sociedad de la Europa actual, por poner solo unos ejemplos un tanto a bulto.
   La sociedad se puede ver bajo dos aspectos o dos visiones fundamentales, aparte de otras, en la actualidad se puede decir que existe el atentado contra el bien común, o existe el atentado contra la justicia social. Cada una de estas miradas lleva un mundo entero tras ella, la esquizofrenia de la vida humana actual. Ello no impide el que hablemos de la importancia de la psicología en la sociedad actual. Si la psicología que busca el mal es esporádica o relativa o alguna vez, o es absoluta, por método o por regla, llevándose incluso a las leyes.
   La segunda es la que instala o reinstala el Estado de odio. Porque en  él se complace. Hay un estudio particular de la sicología que le dio literatura a esta disciplina hace dos siglos, con Sigmund Freud. Se puede distinguir, creemos, entre estado sano y estado neurótico. El segundo puede llevar a la perversión. Esta es la sicología que nos interesa aquí, puesto que el neurótico deriva en la “manía” de hacer el mal, deriva en la obstinación, en la complacencia del mal, y aquel que se complace en el mal, como sabemos, no es el listo, o el inteligente, es el tonto y el malo a la vez, pero puede causar mucho dolor, tanto individual como social. Para algo servía la “literatura” de Freud, para catalogar a estos tipos.
                                       Juan

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